Luces de ensueño
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería caminar por un sueño estando despierto? Ahora esto es posible en las noches de Naturaleza Encendida en los Jardines del Real Alcázar. Un espectáculo de luces te espera en un Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad.
CELIA COLLANTES DELGADO
Sevilla, 27 de noviembre de 2024
Un humo extraño me envuelve conforme me acerco al Alcázar. ¿Tan sucias están mis gafas que no veo con claridad? Arcoíris inundan mis ojos. Ya sé, estoy entrando en un sueño. Y no uno cualquiera, no, sino en el de Felipe V, antiguo rey de España. Dicen de él que desde la muerte de su hijo Luis ya no fue el mismo. Tenía alucinaciones, iba desnudo por miedo a que lo envenenaran por la ropa y también pensaba que estaba muerto. Como si del suegro de Shrek se tratase, Felipe V incluso llegó a creerse un anfibio, de ahí el apodo de "Rey Rana". Luces estroboscópicas iluminan todo el espacio. ¿Sería esto lo que vería el Rey Rana en sus delirios?
Al mirar sobre mi hombro veo unos puntitos brillantes pululando entre los árboles y plantas, como estrellitas en la noche. La astronomía es algo que me fascina desde que soy pequeña, así que me acerco con gran curiosidad. La estampa que veo bien podría haberse extraído de Fiebre del sábado noche, con esas bolas de discoteca que tanto invitaron a bailar a John Travolta en la película. Sin embargo, la atmósfera es muy distinta; se diría que la contraria. Ese brillo ahora no nos transmite desenfreno, sino calma. El dulce movimiento de los puntitos nos invita a sumergirnos en las estrellas. Me imagino entonces a Mia y Sebastian, de La La Land, bailando en ellas. Sin duda, las parejas amarán este espacio tan romántico.
Corre una leve brisa fresca. Si ya me dijo mi madre que me abrigara bien. Entre eso y el alumbrado siento que estoy en Vigo en Navidad. Muero de frío, incluso parece que veo una luz al final del túnel. Me dirijo hacia ella, es como ver el sol de noche, que me abraza con sus rayos. El humo y la música de ambiente no hacen más que alimentar la idea de que estoy en el cielo oyendo las melodías de los ángeles.
Pero de todo sueño hay que despertar, pienso mientras atravieso el arco final, bañándome en sus colores vibrantes. Creo que esto es lo más cerca que voy a estar nunca de vivir una de esas películas antiguas de Barbie que tanto me gustaban cuando era niña. Y poco a poco, voy abandonando el lugar y saliendo del trance.